Quemar basura genera un humo con gran cantidad
de sustancias químicas dañinas para el hombre. Los efectos inmediatos a la
salud producidos por estos contaminantes son ardor en los ojos, irritación de
las vías respiratorias y exacerbación del asma, entre otros. Existen también
efectos causados en el mediano y el largo plazo, como el enfisema pulmonar, el
cáncer, la disrupción endocrina, espina bífida, malformaciones y alteraciones
neuroconductuales, estas últimas causadas por las dioxinas y los furanos, que
son las sustancias más tóxicas que existen en el planeta, y que se forman
durante la combustión de residuos orgánicos.
Las partículas provenientes de la quema de
desechos a altas temperaturas liberados al ambiente, pueden combinarse con
otras, formando nuevos compuestos, algunos de ellos mucho más tóxicos que los
iniciales como son las dioxinas, bifenilos policlorados, el hexaclorobenceno,
metales, hidrocarburos; entre otros, que producen en la población cáncer,
padecimientos respiratorios, malformaciones congénitas, leucemia, linfomas y
sarcomas de tejidos blandos, aumento de tamaño del hígado, riñones, lesiones en
el páncreas, entre otras.
Los contaminantes del aire, tanto gaseosos
como particulados, pueden tener efectos negativos sobre los pulmones. Las
partículas sólidas se pueden impregnar en las paredes de la tráquea, bronquios
y bronquiolos. La mayoría de estas partículas se eliminan de los pulmones
mediante la acción de limpieza de los cilios de los pulmones.
Sin embargo, las partículas muy pequeñas
pueden alcanzar los alvéolos pulmonares, donde a menudo toma semanas, meses o
incluso años para que el cuerpo las elimine. Los contaminantes gaseosos del
aire también pueden afectar la función de los pulmones mediante la reducción de
la acción de los cilios. La respiración continua de aire contaminado disminuye
la función de limpieza normal de los pulmones, lo que puede ocasionar que gran
número de partículas lleguen a las partes inferiores del pulmón. El daño
causado a los pulmones por la contaminación del aire puede imposibilitar este
proceso y contribuir a la aparición de enfermedades respiratorias como la
bronquitis, enfisema y cáncer. También puede afectar el corazón y el sistema
circulatorio.
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